Es
verosímil lo que quiere creerse por ser su atavío correcto y su
comportamiento adecuado, correcto y adecuado para el espacio-tiempo donde se esté,
para la concepción y consideración interna que se tenga de ésto.
Como
cuando se vende con una fotografía apetitosa la pestilencia,
intoxicándose así en el deseo quien lo consume, para así consumirse, artífices y verdugos de un veneno que pinta ser feliz.
Como cuando se sigue confiando en un remedio recetado que no ayuda y sólo enferma, pero es entonces el enfermo el culpable de no poderse curar, aferrándose a lo que le hace sentirse seguro, aunque esté cada vez más endeble.
Como cuando se sigue confiando en un remedio recetado que no ayuda y sólo enferma, pero es entonces el enfermo el culpable de no poderse curar, aferrándose a lo que le hace sentirse seguro, aunque esté cada vez más endeble.
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