miércoles, 28 de marzo de 2012

Soy todos los de afuera...

Podría decirse que soy un hombre cualquiera, fuera de ámbitos especiales, con sueños inatrapables y casi ridículos, cortado por la vida y cincelado contra su voluntad, pero sin derecho a réplica o a queja, pero hoy soy todos aquellos desplazados, que sin rostro son humillados, soy todos los que no entran, aunque para facto yo no lo sea -o para algunos no parezca serlo, depende de dónde se detenga a observar el espectador-, lo que comenzó como un ejercicio explicativo de porqué no me gustan quienes ofenden a los que en apariencia no parecieran ser como yo y yo me siento como ellos, desembocó en una retórica donde yo asumo el papel de personajes marginados, de parias sociales, de iconos y espíritus excluídos.

Soy marginal.
Soy un pordiosero roto.
Soy un payaso en blanco y negro.
Soy quien se atreve a ser si mismo y se le hostiga.

Soy una mujer en un país que se le oprime.
Soy una adolescente embarazada que es juzgada.
Soy la belleza que le imponen un velo que no quiere.
Soy una madre que no tiene para darle de comer a sus hijos.

Soy un negro aunque por mi color digas que no.
Soy un gordo aunque me puedas ver los huesos.
Soy uno que tiene una religión de un Dios desconocido.
Soy un niño que le reza a las plantas y no sabe de deidades.

Soy un grito en silencio.
Soy un experimento inexplicablemente inútil.
Soy unos versos pérdidos que ya nadie recuerda.
Soy una canción lejana que no se puede escuchar.

Soy el amor.
Soy un amor no correspondido.
Soy uno que ama y es juzgado con la mirada.
Soy un fragmento perdido, examinado, disecado.

Soy un árbol seco.
Soy un enfermo condenado a muerte que fenece solo.
Soy un héroe en tierra sin laureles y con villanos venerados.
Soy un antihéroe caminando en épocas de héroes ensalzados.

Soy un infante con polio.
Soy un hombre pobre en tierra de privilegiados.
Soy un alien cuando en mi planeta ellos eran extranjeros.
Soy un fantasma en un pueblo sin aliento y de puros cuerpos.

Soy todos y por fin existo... aunque en la oscuridad.


domingo, 11 de marzo de 2012

El Reinado de lo Intangible II: Héroes Anónimos

En la guerra los comandantes curiosamente no comandaban, adelante iban los más jóvenes, en las primeras filas estaban los soldados de menor edad: la infantería ligera, con escasa protección. Cuando la esclavitud era reconocida como esclavitud (actualmente existe pero curiosamente ya no se le dice así) los esclavos iban adelante, morían desangrados para ser el escudo de quienes van reconocidos. Siempre dijeron que el niño se esconde tras las faldas de la madre, pero el cobarde se esconde tras el niño y/o el que considera inferior -sólo lo considera así porque realmente es el que va adelante el más valioso y valiente- pero bueno valientes a la tumba, ¿cierto?... no, no en el Reinado de lo Intangible.

Estoy cansado de oír como se alaban a los mismos héroes de siempre, que si el Libertador de la Patria, que si el Creador del Universo, que si el Campeón tal o cual, que no me digan que fué uno/a sólo/a, pues fué la lucha de muchos y muchas que anónimos iban fuertes a la cabeza, cierto es que siempre el que gana el premio es aquel que hubiese tenido que responder si sale mal pero también es cierto que se lleva los laureles totales que a mi comprensión no le corresponden y vaya ¡que recompensas!, y ¡que triunfo!, uno sólo resulta redentor cuando si no fuese por esos que no sabemos sus nombres no estarían donde están; dónde están esas partículas cósmicas que implosionan, dónde están esos átomos que disparados en una explosión cósmica nos crean, dónde están las decisiones de aquellos que no conocemos su nombre y resulta que colocamos todo el honor sobre ese solo, dónde está que decida comportarme bien por mi mismo sin necesidad de una fuerza externa, ¿necesito acaso de una coacción con nombre que me mueva hasta la verdad? Así sea irrelevante el nombre, aquí lo es, pues siendo parte de la masa o siendo el sin rumbo que no la sigue ese es el bravo, el reducir el brío de muchos a una sóla imagen es simplista y a decir verdad presuntuoso (presuntuoso sin tener nada de qué presumir).

Es la infantería la fuerza de los ejércitos, donde van caras y nombres desconocidos que se cosen en la historia que no está escrita con tinta, es la partícula más pequeña la que cambia el curso de la historia, es la gota de agua que cae en la semilla pérdida la que le dá vida a la flor cerca del río, es el que casi nunca se nombra el que realmente es. Tomando como cierta la premisa de que dejamos de existir si somos olvidados, también dejamos de existir si nuestra identidad y lucha es pisoteada, pero somos en nuestra conciencia del ser, podrán quitar la existencia pero nunca el ser, así seamos intangibles siempre seremos, héroes o hasta villanos forasteros... En fin éste texto es para reconocer a todos aquellos que sin nombre su clamor es fuerte, al esclavo que dió su vida en una tierra hostil y extraña y murió su cuerpo de primero, pues su espíritu no muere; al bombero al cual ignoramos su nombre que salva de las llamas, a la madre que dá la vida por sus hijos, al perro, al gato, al caballo, al elefante... a la mascota o al animal salvaje que se rebela contra la injusticia, contra la vida misma, contra un hecho y auxilia, a todo aquel que no sabemos quien es pero que debemos reconocerle su franco coraje que aunque se confunda con tontería tiene todo mejor puesto que aquel que es reconocido.

No es el anfitrión el que me interesa, es el que limpió el piso para que la velada fuese inolvidable; no es el que sale triunfador el foco de mis preocupaciones, es el que no llegó pero dió todo lo que pudo; no es el que con cuerpo físico viene a darme las noticias, es aquel que oculto -no porque quiera sino por impedimento- más me importa, es el héroe que no le dicen héroe en la tierra de lo córporeo; es el glorioso en la nación de lo impalpable, ese es.

El Reinado de lo Intangible I: Válidez invisible

Lo que para algunos es cierto no tendría que serlo para los otros y los otros tampoco tienen que someterse a los deseos de los algunos, pero nada será más certero que el mundo interior al que nadie podrá fotografiar con cámaras especializadas, ni podrá describir la majestuosidad que despliega en sus atardeceres de colores intocables, pero no por eso es inválida.

El Reinado de lo Invisible es una tierra suave para el viajero de los sentidos cansados, no requiere cuerpo físico, no fué creada bajo patrones normales del entendimiento, da placeres al que los busca sin dañarle, otorga sosiego al labriego de las mentiras de la verdad, es relativa pues muchos han entrado aquí pero ninguno lo percibe igual, nadie sabe dónde queda y se puede accesar sin requisitos córporeos, es improbable y aún así... es.

Es una nación con una cultura interminable pero que no está hervida en pesados intelectos sino acariciada con comprensión, sin límites físicos pues ni la eternidad ni en el infinito logran determinarla, va como los hilos que se reflejan en las dimensiones que no conoce la prueba, no te tropiezas con demás seres si no quieres y si se dá el caso de que así lo deseas pues con sólo pensarlo se organizan fiestas con sus habitantes; los fugitivos del dolor con pies sangrantes son sus más conocidos participantes de primera clase.

Es un gentil piso que te mantiene flotando de donde emergen graciles y extrañas flores que nunca mueren y te abrazan, el viento que no es viento sopla alientos de evocación de tiempos maravillosos que no vivimos; campanas de extraños e inspiradores tonos, que no excluyen a los que sus sentidos en la orbe amarga le fueron arrebatados, nobles hechizos que no se pueden probar ocurren como generalidad en éste espacio sin espacio.

Porque nunca habrá manera de probar su existencia pero eso no indica que sea inválida, si ha sido forjada, pensada, vivida es indiscutiblemente una identidad así no vaya signada en papeles, construída con bloques... Ningún texto, ninguna imagen, ningún olor, ningún sabor, ninguna dimensión que perciba el cuerpo describirá las grandezas de la sustancia con la que se formó El Reinado de lo Intangible.