martes, 15 de octubre de 2013

Confundiendo al extranjero

Me confundes, soy alguien más: porque eso es lo que necesitas,
Soy entonces a tí: un payaso, un sereno, un santo, un obsceno.
Me confundes, soy un antojo del lugar al que acudir requieres,
Soy entonces a tí: playa, sótano, iglesia, presidio, cielo, escuela.
Me confundes, soy una extensión de un espíritu que recuerdas,
Soy entonces a tí: miedo y espectro, abrazo de soneto perdido.
Me confundes, soy inicuo objeto que en el momento requieres,
Soy entonces a tí: un escupitajo, un tintero, un reloj dormido.

Me confundes, pues voy sin más que una austera presentación,
Voy aquí pues... con el carnet de un extraño en cualquier lado.
Me confundes, pues voy sin más identidad que mi propia canción,
Voy aquí pues... con motor de brisa que me hace rodar rápido.
Me confundes, pues tratas de buscar en el mapa mi dirección,
Voy aquí pues... como nómada sin casa fija, ni hogar conocido,
Me confundes, pues tratas de buscarme lejos estando yo aquí,
con una frenética brújula inconexa a los polos de éste mundo.

Me confundo, cuando ves tanto: todos los lugares se parecen,
Pero sé que cargan el peso de un relato y un espíritu distinto.
Me confundo, cuando parecióme ver a un extraño conocido,
Pero pregunto si era entonces algún otro extranjero eterno.
¿Alguien diferente vestido de nativo para pasar desapercibido?
Pero tal vez entonces como te confundes tú, yo me confundo,
Sólo por el deseo, en el deseo de conocer lo que yo necesito,
Confúndese entonces cada quien, extraviado en su sin sentido.

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