miércoles, 21 de mayo de 2014

Pintar sin bordes

Trataré de exorcizar a los pequeños demonios dedicándoles un escrito. Parte I.

Cuando era pequeño me la pasaba viendo libros de arte, creo que mi primer pintor favorito fué Picasso, pero ésto no por mucho tiempo, creo que me gustó por su propuesta, ver el mismo objeto desde diferentes caras, tal como cuando desdoblámos una figura tridimensional y la colocamos todos sus perfiles y vistas en un mismo nivel, como un plano para armar, creo que para esa época estaría yo estudiando quinto grado de primaria, y había visto en el libro sobre los planos de construcción de figuras tridimensionales, ésto se relacionaba, luego me seguí obsesionando con su pintura, ví el documental realizado por Dora del Guernica, hasta que me dí cuenta que Picasso era un imbécil y entonces su arte me dejó de gustar, lo de ser genio y tan imbécil y sin culpa, no me vá. Luego creo que fué Dalí y a la final mi pintor favorito quedó siendo Marc Chagall.

Un día -que yo también quería ser un innovador- quise comenzar a pintar sin bordes, que el único borde estuviese limitado por el color y las luces y las sombras, pero que nada lo delimitara, de hecho comencé a pintar sin primero trazar en lápiz, nada tenía bordes, porque yo rechazaba los límites, sólo la percepción de la luz era la que daría su contorno.

Otro día, tendría ya once años y en clase, nos mandaron a dibujar en papel con carboncillo, nuestra mano, entonces no remarqué bordes, toda la mano estaba hecha en claridades y oscuridades, pero la profesora pasó y me dijo que no estaba terminado, yo le dije que sí, a lo que procedió a quitarme el carboncillo de la mano y a agarrarme la mano, para delinear los bordes con fuerza, en realidad durante mucho tiempo cuando estoy trabajando en cualquier cosa se me viene a la mente aunque la sacudo y se me vá, hasta que hace poco pensé "¿es ésto un flashback de algo que me sigue molestado?" pues sí, era un abuso, un "pequeño abuso" y decidí conscientemente pensarlo.

Tal vez el acto de remarcar los bordes y hacerlo con mi mano era lo que suponía una ayuda, o una "corrección", eso si tratando de pensar bien, pues de lo contrario supondría una falta de pedagogía y un despotismo, digámoslo así: "un pequeño despotismo"; ella quería que mi mundo, fuese su mundo, su mundo social, aparentemente dicen que la educación se basa en convertir al niño en un deber ser basado en un ser social, y lo social suele cerrar las posibilidades, remarcar bordes y dejar liso el adentro, quitarle las distintas perspectivas.

Pero en mi caso personal, no quiero que el mundo de otros sea el mío, que si lo es desde un principio bienvenido sea, pero preferiría ser una muestra en crudo, sin demarcaciones así me arriesgue estar solo y expuesto, eso antes que ser un esclavo, y si aún fuese un esclavo, de las leyes físicas, químicas y biológicas, de las leyes de los hombres, pues entonces mejor siempre tener y mantener la mente sin bordes aunque delimitadas por su color y su forma, aunque con zanjas fieras, que marquen lo que está adentro, pero que nada limite la visión; por tanto ahora cada vez que lo recuerde, lo recordaré como una memoria para quitar los límites y ver a mí forma, que sea la luz quien delimite todo y por lo tanto dicte los tonos, que las cosas se muevan a su antojo, y porque su naturaleza se los dicte, y entonces así poder ver todo más claro.

Años más tarde un profesor me dijo que carecía de educabilidad, no me enteré que era educabilidad hasta hace poco: la capacidad de ser influído, y aunque no sea totalmente cierto, pues todos tenemos influencias, tal vez si lo sea en parte, tal vez eso fué lo que aún me permite no ver bordes en los asuntos de todos los días, que cada cosa se muestre sin imponerle nada, nada más que la propia luz pasando por la visión, la visión y los sentidos, y entonces así de nuevo pintar sin bordes.
 

La indiferencia... no siempre es mala

"Lo preocupante no es la perversidad de los malvados sino la indiferencia de los buenos."
Otra vez Martin Luther King.

Hay quienes dicen que la indiferencia es el mal, pero ¿qué hubiese pasado si se hubiese sido indiferente al que azusaba la guerra? En todo caso se está viendo como causa a la consecuencia.

Los chismes y las guerras empiezan por la misma razón contraria a la indiferencia: "el no poder estar tranquilo", "la intransigencia", "el odio, la rabia y la envidia" ¿o no? tal vez el lector encuentre muchas otras razones, pero posiblemente seguirán en la misma línea: mira "hacia afuera" por no querer mirar hacia adentro, el que vé el problema en "quien no lo ayuda" o "quien no sigue su camino", sea ese quien en singular o sean muchos quienes hagan ésto.

La guerra como el chisme no empieza por la indiferencia, todo comienza por ese gusanito de buscar en los demás y en lo de afuera lo que hace falta en lo propio, de ver en "la otra tierra" ó "la otra persona" y "el otro grupo" ya sea lo que se quiere tener o lo que se rechaza "de tajo" por ser contrario a la propia esencia, incluso ver en ese "demás" el reflejo de todos los daños causados a "lo propio" concentrados en uno solo, o a veces en un grupo que lamentablemente nunca son exactamente quienes hicieron tal daño; es así que la guerra y el chisme son las heridas que no se pueden rascar y por tanto se rasca en otra parte.

Véase como el origen del chisme y de la guerra una concentración de las fuerzas intelectuales, físicas y sociales en lo otro, para lograr ya sea cohesión o división (depende de lo que se quiera lograr, usualmente "cohesión entre lo mío y lo que me beneficie), para desviar la atención de "mi mundo" y buscar una culpa en "el mundo de allá", "el mundo de los otros"; pues quien no ha conseguido en sí mismo quien es y sus propias respuestas, quien aún no sabe lo que le guste hacer "para sí" volca su energía en todo "lo otro", para conseguir así migajas de atención que cuando muchas así pueda satisfacer su hambre; y ésto se puede aplicar en el macronivel de un país o en la micronivel o pequeña escala de la persona como ser individual.

Ésto no pretende en ningún caso defender a la indiferencia como solución a todo mal, hay casos en donde ser indiferente no tiene mucho sentido, por ejemplo, si se le quema la casa y aún hay oportunidad de salvarla, pues sálvela, si un niño necesita atención, pues pacientemente -con toda la paciencia que no tiene y deberá inventarse- préstela en la medida de lo posible; pero eso ya Usted lo sabe y está en su derecho, pero ¿tiene sentido gritar por la casa que se quemó cuando usted no había nacido y donde no habitaba nadie?, ¿tiene efecto prestar atención y salvar o dañar más aquello de lo que ya ni cenizas quedan?...

Aquí se centra éste texto en la indiferencia como una opción a ciertos casos ¿acaso no sería mejor el "no hacerle mucho caso" a lo que no importa ya? ¿serle indiferente a lo que no hace un daño real y por tanto no le quema la casa ni a Usted ni a nadie? si no puede ofrecer respeto, ya que éste se gana, es mejor seguir cada quien en su camino, comenzar y seguir por "el aquí personal", cada quien en su ruta como un símbolo de respeto al camino, pero al camino propio, borrando del mapa de la mente todos los caminos que no importan y que por tanto no son el nuestro.

El mejor consejo que me hayan dado: "pero es que siempre hay algo que hacer, hasta barrer el piso", entonces barra el piso, deje su casa reluciente, pinte la verja de su casa, y olvídese de la de los demás, seáles felizmente indiferente a todo lo que no le ataña siempre y cuando no haga daño, pues de todos modos el barrer el piso con los demás nunca vá a resolver el problema del aquí, ni el de la casa propia, el prestarle atención al resultado en vez de a las causas, vá a seguir sin solucionar nada; buscar en fantasmas soluciones y problemas para no hacerse cargo de lo importante y lo personal no es más que una falacia que crea más daños; a veces se ésta un poco más en paz cuando lo que ofusca se cambia por un interés más sano, más propio, menos alienado.

A veces, hay cosas que molestan, sobre todo las que atañen a nivel personal, o a nivel de quienes nos importan, pero y en cuanto a lo que no nos atañe y no causa ningún daño: ¿para que verlo o perder tiempo y energía en eso?, claro sé que muchos seguirían incómodos con lo externo, por supuesto que siendo alguien tan bello y perfectamente moral es por tanto el paradigma tan alto... deténgase aquí y analice su nivel de belleza y perfección ¿listo? ¡por supuesto debe haber concluído que es si lo es! cabal, bello y perfecto, pero recuerde entonces que lo cabal se centra en lo justo y lo exacto, es medido, tiene por tanto un espacio y un camino, y que lo bello no está consciente de serlo, y mucho menos de tales conceptos, pues a veces serle indiferente a ciertas cosas y saber a cuales cosas serlo es estar tranquilo, diferenciar la causa de su consecuencia es estar tranquilo y por tanto... ser indiferente no siempre es malo.

En rescate del honor personal

Si Martin Luther King tuvo un sueño, también tengo uno:
"Sueño del día en que la gente evolucione y que con el simple hecho de respetarse a sí misma, no tenga que entender a los demás para simplemente respetarlos o mínimo serles indiferente".


Quisiera abogar nuevamente por un "código de honor" del sujeto para "consigo mismo"; porque las leyes como control ya están allí, pero todos saben que se pueden torcer, los métodos de control social como la humillación y la vergüenza siempre se prestan al servicio de quienes están intoxicados con deseos de poder, por tanto no son realmente efectivos, además la opinión ajena es a lo que se le dice "sí" con la voz y por dentro es todo lo contrario, por tanto también es inefectiva; y cuando parecen ser efectivos dichos controles externos porque hay quienes les prestan atención, es sólo un perfeccionamiento de "el que nadie se dé cuenta", "el cómo salirse con la suya y que hasta todos le aplaudan".

Pero un sentido del honor interno, de la justicia y del deber ser para consigo mismo, es cuanto más efectivo y más valioso, pues es la experiencia propia y el saber quien se es por si mismo el que indica un comportamiento ético, el no tener que conocer y querer a los otros para respetarlos, el no tener que entender todo para ser correcto; digo, si hasta los vagabundos tenían códigos de honor entre ellos mismos y por ellos mismos, de no dañarse entre ellos, de no contaminar, de denunciar a los abusadores, y les servía...


¿Por qué no rescatar un soy por y para mí mismo? Siempre se ha temido que sea ésta la hecatombe, por tanto se inculca
"el ser para la comunidad" y "el ser social" como el deber ser, ésto a manera de contrarestar "lo individual", pero acaso ¿la hecatombe no se ha engendrado es allí? ¿acaso el principio de tal cataclismo no ha sido el "olvidarme a mí" y "ser para los demás"? pues es allí donde se fragua el crimen y la hipocresía, en impedir que el individuo se desarrolle y mejore para sí, es arrabatarle su naturaleza, por tanto atacaría a los otros, incluso sin saberlo.


Es mejor el sentido del honor propio que el honor para la comunidad, porque a la vez el honor propio es el que se reflejará en un ser y hacer correcto para con un todo, no porque el "todo" me lo impone desde arriba, sino porque "yo sé quien soy y me respeto a mí" por tanto respeto lo demás y a los demás, incluso de manera inconsciente... aunque la mayoría de los libros digan que es egoísmo, y quieran separar cual alquimistas al ser de su propio ser, es mejor un código de honor del individuo para consigo, el código de honor que lo hace libre pues sólo se sigue a si mismo y sabe quien ser y como serlo, pues es el mismo, es perfecto pues es quien debe ser desde el principio.

Vivir en un mundo artificial produce atacar lo externo y autoatacarse, pero tener sus propios valores y sus propios códigos, te hace respetar.