jueves, 18 de octubre de 2012

La resistencia al olvido

¿Por qué se supone que se debería olvidar?
¿Dónde dice -y se prueba- que el olvidar garantiza la felicidad?
No me dá tranquilidad olvidar el origen de las heridas.
No es acaso el olvido el que conlleva a cometer los mismos errores.
No es acaso el olvido el que nos hace olvidar quienes fuimos.
No es acaso que al olvidar quienes fuimos hacemos lo mismo que nos hicieron.
No es acaso el olvido germen de la indolencia y la indolencia de más destrucción.
Reniego del olvido y de sus hijos de ignorancia, indiferencia y conformismo.
Reniego de la aceptación a sobrevivir lacerados, más aún sin saber los motivos.
Reniego de llevar una sonrisa falsa cuando todo se está cayendo a pedazos.
Reniego de dioses y héroes creados para defender deseos de mezquinos humanos.

Olvidar sería ver cicatrices y no saber su procedencia,
Quiero saber el origen de cada una de mis dolencias,
Olvidar sería ser un óceano de liviandad e incoherencia,
Quiero ver desconsuelos cocidos en tales abregancias.

Retorcerme del dolor pero nunca pedir por clemencia,
Olvidar nunca que por lo que no pido no doy las gracias,
Retozar en mis recuerdos mientras la vida me cercena,
Olvidar jamás ni a mis dulces segundos ni a mis desgracias.

Reírme en silencio pues aquí la felicidad está penada,
Llorar riéndome pues es que no sé moverme en el agua,
Gritar como los locos llamándoles gritos llenos de nada,
Olvidar es transgresión y crimen a mi propia naturaleza.

Olvidar sería envenenarme siempre por la misma planta,
Quiero saber de donde vengo y quizás sea ver mi tumba,
Olvidar sería vivir en el foso de una ecuménica amnesia,
Quiero gravarme la identidad y que no se me borre nunca.




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