domingo, 11 de marzo de 2012

El Reinado de lo Intangible II: Héroes Anónimos

En la guerra los comandantes curiosamente no comandaban, adelante iban los más jóvenes, en las primeras filas estaban los soldados de menor edad: la infantería ligera, con escasa protección. Cuando la esclavitud era reconocida como esclavitud (actualmente existe pero curiosamente ya no se le dice así) los esclavos iban adelante, morían desangrados para ser el escudo de quienes van reconocidos. Siempre dijeron que el niño se esconde tras las faldas de la madre, pero el cobarde se esconde tras el niño y/o el que considera inferior -sólo lo considera así porque realmente es el que va adelante el más valioso y valiente- pero bueno valientes a la tumba, ¿cierto?... no, no en el Reinado de lo Intangible.

Estoy cansado de oír como se alaban a los mismos héroes de siempre, que si el Libertador de la Patria, que si el Creador del Universo, que si el Campeón tal o cual, que no me digan que fué uno/a sólo/a, pues fué la lucha de muchos y muchas que anónimos iban fuertes a la cabeza, cierto es que siempre el que gana el premio es aquel que hubiese tenido que responder si sale mal pero también es cierto que se lleva los laureles totales que a mi comprensión no le corresponden y vaya ¡que recompensas!, y ¡que triunfo!, uno sólo resulta redentor cuando si no fuese por esos que no sabemos sus nombres no estarían donde están; dónde están esas partículas cósmicas que implosionan, dónde están esos átomos que disparados en una explosión cósmica nos crean, dónde están las decisiones de aquellos que no conocemos su nombre y resulta que colocamos todo el honor sobre ese solo, dónde está que decida comportarme bien por mi mismo sin necesidad de una fuerza externa, ¿necesito acaso de una coacción con nombre que me mueva hasta la verdad? Así sea irrelevante el nombre, aquí lo es, pues siendo parte de la masa o siendo el sin rumbo que no la sigue ese es el bravo, el reducir el brío de muchos a una sóla imagen es simplista y a decir verdad presuntuoso (presuntuoso sin tener nada de qué presumir).

Es la infantería la fuerza de los ejércitos, donde van caras y nombres desconocidos que se cosen en la historia que no está escrita con tinta, es la partícula más pequeña la que cambia el curso de la historia, es la gota de agua que cae en la semilla pérdida la que le dá vida a la flor cerca del río, es el que casi nunca se nombra el que realmente es. Tomando como cierta la premisa de que dejamos de existir si somos olvidados, también dejamos de existir si nuestra identidad y lucha es pisoteada, pero somos en nuestra conciencia del ser, podrán quitar la existencia pero nunca el ser, así seamos intangibles siempre seremos, héroes o hasta villanos forasteros... En fin éste texto es para reconocer a todos aquellos que sin nombre su clamor es fuerte, al esclavo que dió su vida en una tierra hostil y extraña y murió su cuerpo de primero, pues su espíritu no muere; al bombero al cual ignoramos su nombre que salva de las llamas, a la madre que dá la vida por sus hijos, al perro, al gato, al caballo, al elefante... a la mascota o al animal salvaje que se rebela contra la injusticia, contra la vida misma, contra un hecho y auxilia, a todo aquel que no sabemos quien es pero que debemos reconocerle su franco coraje que aunque se confunda con tontería tiene todo mejor puesto que aquel que es reconocido.

No es el anfitrión el que me interesa, es el que limpió el piso para que la velada fuese inolvidable; no es el que sale triunfador el foco de mis preocupaciones, es el que no llegó pero dió todo lo que pudo; no es el que con cuerpo físico viene a darme las noticias, es aquel que oculto -no porque quiera sino por impedimento- más me importa, es el héroe que no le dicen héroe en la tierra de lo córporeo; es el glorioso en la nación de lo impalpable, ese es.

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