Ha muerto un gigante, y nadie lo vé, y nadie se sabe su nombre, y yo tampoco me lo sé, pero ésta historia no es mía, es de un muerto al que nadie lo llora, cuando nadie vé su hora, pero la hora si te vé.
Ha muerto un gigante, es tan grande que sólo cabe dentro de los sueños, y hay que separarlo en mil urnas, de todos los que se ván y nunca reciben tiempo de duelo.
Ha muerto un gigante, y es que los ojos no alcanzan a verlo, y se le dá por sentado, así como no se ven completas a las montañas, ni a Atlas que carga al mundo, ni a la vastitud del universo.
Ha muerto un gigante, y ni copla propia tiene, y la razón no lo contiene, ni aunque quisiera atraparlo; y se come al cielo y a la tierra aunque ya ha muerto, pues cubre más que un desierto, es el desierto del tiempo.
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